Votos rotos
Creo que del 2013 al 2014 no hice. No recuerdo. Seguro escribí uno más de mis Ultimatums. Eso es como Pedro y el lobo, tanto lo canto que nunca nadie me cree.
Pero admito que no es fácil. Decir „No le hablaré a nadie“ es fácil, cumplirlo a cabalidad es lo difícil. Es como una ex, „prometo nunca volver a hablarle“ y en la ebria ahí esta uno marcándole a las 3am rogándole que vuelvan (y uno con la novia al lado).
Y es que siempre es más fácil escribir de lo bonito. Todo mundo quiere, comprende y acepta lo bonito. Pocos pueden vivir y hablar de lo feo. Cuántas veces no leemos, escuchamos o nos dicen que como propósito harán miles de maravillas. Irán al gimnasio, empezarán una dieta, serán mejores personas, terminarán la tesis. E, te, ce.
Pero cuantas prometen – ya sé sí las hay, pero hablo del ser humano promedio, no el pseudo intelectual hipster – cosas como „voy a leer más“ o „este año empezaré una nueva carrera“ o „este año publicaré mi primer paper“ o „este año hablaré con menos personas“. En realidad nadie se plantea cosas así porque son feas, malas. Quién quiere decir que todo el 2014 no leyó un libro y este año desea leer aunque sea 50 shades, sin contar los hipsters mencionados que „Este año leí 365 libros, mi meta para el 2015 es leer 730 libros“.
El corazón roto no se pega. Se enciende como el Sagrado Corazón y vuelve a fundirse. La mente no disvaría ni se pierde. Recuerda y entra en un espiral de contemplación y ensimismamiento digno de ser cargado en las alas del silencio hasta el horizonte de las ideas, de la verdad, del todo.
Cierta canción de Silbermond – Symphonie – versa algo como:
Symphonie
Und jetzt wird es still um uns
Denn wir stehn hier im Regen haben nichts mehr zu geben
Und es ist besser wenn du gehstDenn es ist Zeit
Sich ein zu gestehn dass es nicht geht
Es gibt nichts mehr zu reden denn wenn es regnet
Ist es besser aufzugeben
Nunca he sido fan de Silbermond, he oído varias canciones de ellos. Pero por azares del destino llegó a mi esa canción. Y es parte de la lista de reproducción „Etwas“ („Algo“). Porque cuando la hice no sabía que nombre ponerle. Simplemente sabía que sentía algo, que necesitaba algo. En ese entonces tenía el nombre de un demonio en mi mente. Oscurecía mis pensamientos. Y es, cuando como los propósitos de fin de año, me dije que debía de dejar eso, alejarme, y ser „libre“ de pensamiento.
Curiosa la vida, que cuando te estás ahogando Dios manda una lancha a rescatarte. Pero a veces cuando crees que lo que viene es un Delfín resulta ser un tiburón sin aleta. La verdad no me arrepiento de nada ni nadie. Lo hecho, hecho está. Pero parafraseando a Air:
I’m your playground
Me formulé „votos“, los cuales no cumplí. Ni uno. Por diversas razones que podría explicar aquí, pero se alejan de lo que debe ser este texto. Los cuales eran:
- No animales
- Abstinencia
- Castidad
El problema, no fue no cumplirlos a cabalidad, sino esos picos que salen de la campana gaussiana. Ejemplo de ello es que la abstinencia la había ejecutado perfectamente bien. Bebía como debe ser, pero no me embriagaba. Inclusive hasta pasaba el alcoholímetro sin ningún problema (consecuencia de ser un ebrio empedernido). Sin embargo ese pico en la gráfica es el que viene a sacar de quicio todo. Y pues sí, por una vez que me excedí, causé estragos.
Me regañaron, y creo me perdonaron.
Sin embargo hay cicatrices que dejan marca. Que lo hacen a uno pensar, que lo hacen a uno replantearse. Y así fue como uno decide que la soledad y contemplación es lo que marca la vida del que no quiere vivir aislado, pero tampoco desea vivir tanto entre los hombres que cada vez sea menos uno.
Los votos, por ejemplo templarios, se dan por obligación. Los votos de sacerdote se dan por „deseo propio“. El de alguien como yo, lo orilla la vida.
Y creo que no fui lo suficientemente estricto y severo conmigo mismo…